El ciclo sin fin

Otra vez las tantas, y a punto de dejar pasar otro día sin escribir, como ocurrió ayer.
Hay veces que uno va marcando el ritmo de los acontecimientos, las decisiones que toma en el momento adecuado le permiten dirigir los siguientes sucesos o al menos anticiparse. Si embargo otras veces los días van como si tu única posibilidad de decisión ocurriera hace un mes y fuera subirte en un tren dentro de un circuito cerrado. Todos los días las mismas cuestas arriba, cuestas abajo y curvas cerradas.

En esas estamos, tras todos los viajes que hacían cada semana de la anterior vuelve a imponerse el ritmo, curro-siesta-ocio-sueño, que a tan poco reduce los días de verano.
El madrugón te lleva a la primera parte, el curro, que se extiende la mayor parte del día, pero que afortunadamente se acaba haciendo corto. (Cuantas más cosas que hacer, más corto el día, como siempre)
De ahí a casa a comer a las mil, cuando el hambre del mediodía está a punto de caducar, y tras el postre, el cuerpo pide recuperar esas horas de sueño y te concedes ese gusto. aquí depende de la persona, hay quien se apaña con breves microsiestas de unos minutos y hay quien cae en la cama y no se levanta antes de dos o tres horas. Y yo soy de los del segundo grupo.

No es tan facil romper el flujo habitual de las cosas...

Cuando quieres "volver a la vida" ya son las ocho, así a ojo. Tarde para aprovechar la tarde y hacer algo, así que te pones a entretenerte como buenamente puedes. Hoy por ejemplo, devorando líneas escritas por J.K. Rowling. Cena, tele (o sucedáneo) y hora de acostarse. Pero después de una siesta de tres horas ¿quién tiene sueño? Acabas quedándote haciendo nada hasta las tantas, luego a la cama y vuelta a empezar.

En este último rato es cuando yo suelo sentarme ante la caja de texto blanca y me dejo llevar sobre el teclado llenadola de lo acontecido durante el día. Pero ahora me encuentro que estos días resultan vacíos, sin nada mínimamente relevante que contar. Hay acontecimientos curiosos pero que no dan para un post decente (hoy un coche nos ha dado por detrás -con perdón- pero no ha sido nada digno de mención) así que lo único de lo que puedo hablar es de el vacío, que es lo que me llena. A ver si poniendolo negro sobre blanco lo hago más real, y uan vez convertido en algo real puedo enfrentarme a ello, derrotarlo a partir de mañana y recuperar mis tardes de verano.

2 comentamientos:

Anónimo dijo...

A eso se le llama RUTINA...y peor que esta palabra la RUTINA VERANIEGA...te recomiendo las microsiestas...

Anónimo dijo...

Cuando me pasaba lo de la jornada intensiva, lo peor era dormir una siesta... Los días que quería hacer algo, directamente me las prohibía, que sino no había manera de aprovechar el día