En titulares

Durante todos estos días en los que no he podido escribir han pasado todas estas cosas dignas de mención. Sigo esperando una conexión a internet que me permita contaros los venideros en el mismo día que sucedan...

15 de Abril: Tuve internet en casa durante unas horas.
Lástima que yo no estuviera en casa para disfrutarla

16 de Abril: Concierto de Nightwish.
Madre mía, ¡Cuanto se echa de menos a Tarja Turunen!

17 de Abril: Adquisición del Mario Kart Wii
Se prevén muuuchas horas de vicio

18 de Abril: Mi primera galletita de la suerte en un chino
Parece una tontería, ¡pero me hizo mucha ilusión!

19 de Abril: Viaje express a Lisboa
Qué manera de llover, aunque solo a ratos...

24 de Abril: Enésima visita del técnico de telefónica a casa.
Mi línea sigue sin aparecer por ningún lado

25 de Abril: Acabé el libro que estaba leyendo
¡Y en sólo cuatro meses!

26 de Abril: Visita a Ikea a por los últimos muebles.
Billy, Ribba, Benno ¡Bienvenidos!

28 de Abril: Este lunes salgo para Valencia.
Ir y volver en el día. Si puedo, haré LiveBlogging :)

¡Hasta el siguiente rato de conexión!

Uncha-Uncha-Uncha-Uncha...

La realidad de la vida, una vez más en xkcd.com

Telecurring

Muchos creen que la inmensa mayoría de los nuevos trastos tecnológicos que aparecen no sirven para nada. Que eso del internet no es más que un nido de pederastas, phising, gafapastas y enemigos de la propiedad intectual. Pero la realidad es que la red de redes (qué arcaico suena el término ya...) está haciendo que cambien cosas como los períodicos, las aerolíneas, la manera de vender música, la publicidad, o los candidatos de eurovisión.

¿Y qué aporta eso a mi vida? se preguntarán los webescépticos. Pues puede que no mucho. Igual que no aportaba mucho el telégrafo al que no tenía nada urgente que decir, o el LHC al que se dedica a hacer roscones de reyes. Pero las aplicaciones prácticas de la web, haberlas haylas, y esta mañana he disfrutado de una de las más maravillosas. El teletrabajo.



Doce pisos debajo de donde me encontraba(que era en mi casa) había un señor de Ono peleandose con mi línea de teléfono para ponerme el ADSL. (en media hora y ya había dicho tres "qué cosa más rara" y dos "no puede ser") A él, como tiene que andar enchufando y desenchufando, le hace falta que yo estuviera en casa. Y a mí, como tengo que pagar la casa, me hacía falta trabajar. ¿qué mejor que fusionar ambas necesidades y trabajar desde casa?

Pues así se ha hecho, y mientras esperaba que llegase el benefactor que obraría el milagro y conseguiría que mi PC volviera a la vida (y en breve mi wii), yo leía los correos laborales a través del trasto 3G de la empresa, con una tostada en la mano y un café humeante a pocos centímetros.
¡Que viva el teletrabajo! Lo de tener tu sitio a 10 segundos de tu cama en lugar de a una hora de tren es algo por lo que habría que luchar.
Ahora que también os digo, se echaría de menos a los compis...

El poder de la publicidad

Grabas un anuncio con Nadal ¡y te conviertes en tenista!



Igual por eso ahora Ronaldinho se ha convertido en natillas...

El aband-ono

Odio esta situación. Lejos de suponer una molestia, o una pérdida de tiempo, el venir a esta paginita a dejar los cuatro párrafos diarios se ha convertido en una especie de hábito. No adictivo, pero sí de los que dejan síndrome de abstinencia. Especialmente cuando las razones de la abstinencia son tan molestas.

Y es que en cuanto tuve las llaves del nuevo cubil en la mano pedí alta telefónica e internet (allá por los primeros días de febrero). Diez días me dijeron los de ONO. Y yo, inocente, les creí. 20 días más tarde, inquieto ante la falta de respuestas llamé a su servicio de atención al cliente (2 euros de móvil mediante) en el que me dijeron que sí, que tenían constancia de mi pedido, pero que no le habían hecho caso. Olé sus huevos, y olé su sinceridad, que siempre se agradece.

A todo esto que me hago con un teléfono y lo enchufo al PTR...y ¡tachán! ¡tengo línea! Me llamo al móvil y anoto el número, llamo del móvil al fijo y... ¡me salta un contestador!
Algo no va bien, parece que el antiguo inquilino no dió de baja su línea, pero ellos dícen que sí. La respuesta al misterio llegó en forma de llamada de teléfono, descolgué y preguntaron por la vecina de arriba. Ella es la legítima dueña de la línea que suena en mi terminal.

Esta semana un técnico de telefónica ha venido a desfacer el entuerto. La noticia buena es que ya no comparto la línea con la del piso 13. La mala es que la comparto con la del 8º y mientras no se solucione sigo sin internet, y sin bloguear.

Creedme que lamento el abandono al que me condena Ono, más de lo que creeis. Espero que pronto se solucione y pueda regresar con fuerzas y contenidos renovados.
Cuidaos, y hasta pronto.