Buena cara

Hace pocos días Black Hole y otros tuvimos una temática sobre si en Madrid hace frío o no. Debido a su origen norteño y a sus hábitos nocturnos él ha desarrollado una especie de resistencia natural al frío, pero el resto de los humanos llegamos más o menos a ponernos de acuerdo en que , si bien no tanto como en su tierra natal, pero en Madrid cuando refresca, refresca de cojones.

Aún estamos muy lejos de esos fríos, pero se les ve venir. Y aunque lo digan el refranero popular y el título del post, no es fácil dar la bienvenida al mal tiempo con una sonrisa. Primero nos toca lidiar con el Entretiempo que es una palabra que se han inventado las tiendas para venderte ropa insulsa, que solo sirve para estorbar cuando hace un poco de calor, y congelarte los días de más fresco.



Ahora toca ir a todas partes con al menos una capa más, y según cómo esté el cielo, puede que deba ser hasta impermeable. Si la coges, te sobrará; si no la coges, catarrazo. Se acabó ver los hombros a las muchachas, se acabó la manga corta, se acabaron los pantalones fresquitos... Ahora solo queda ir a currar cuando aún es de noche y el frío de la madrugada está en su punto álgido, y volver con la mitad de las prendas de abrigo en la mano.

Queda el consuelo de que con el cambio climático dentro de nada estará el otoño de verdad, en el que los días que decide llover, simplemente llueve. Y el resto no, pero viene ese aire de la sierra que deja la atmósfera limpita, una luz preciosa para hacer fotos, y la necesidad de llevar siempre el jersey (gordo, no una mierda de esas de Entretiempo) puesto, e incluso una bufandilla. Y luego el invierno en Madrid, que es tan bonito que hasta le han dedicado un libro (que es el siguiente al que tengo entre manos)