El sueño de una tarde de verano

Hoy es un día triste para mi, porque me encanta la luz. No como a las polillas, quiero decir, sé mantener las distancias. Pero lo de escuchar el despertador (por 4ª vez) a las seis y media de la mañana y ver como el sol ya se está derramando por Madrid como si fuese miel me encanta, y lo de terminar de cenar y ver resplandores naranjas en el cielo más allá de las diez de la noche me encanta todavía más. Por eso, saber que mañana el día será más corto que hoy me pone triste.

En la costa no habrá pueblo sin hoguera, y sin gente disfrutando alrededor del inicio del verano. Sin embargo, hoy en realidad lo que empieza es el camino hacia el invierno y el reinado de las noches frías.
Pero aparquemos el pesimismo, porque con unos días de adelanto sobre el solsticio llegó la jornada reducida, y con ella las tardes lejos del aire acondicionado de la oficina, pero lejos de lo que es el trabajo de oficina también (¡he dicho que aparquemos el pesismismo, cojones!). Por fin está aquí ese edén que anhelábamos desde después de semana santa, en el que tenemos un montón de horas para llevar a cabo nuestras fantasías de sobremesa.

El ocaso de mayo

Pregunta abierta ¿alguien aprovecha y hace algo? De momento las tardes que he tenido a mi disposición hasta el momento han pasado sin pena ni gloria y a una velocidad abrumadoramente rápida. La ropa sigue sin planchar, las raquetas en el mismo armario y todavía no he tomado unas cañas con ninguno de los que tengo pendientes. ¿qué está pasando?
Está pasando la siesta

Uno llega a casa a las cuatro y... se pone a prepararse cualquier memez de comida, pero cuando quiere acabar son las seis... y luego hay como un vacío y de repente son las ocho y tienes junto a la boca un cojín empapado de babilla. A partir de ahí el día es como cualquier día de la época anterior, pon la tele, mirate interné por encima, haz la cena y a la cama que mañana hay que madrugar. ¡Y soy capaz de volver a dormirme!
Pero voy a volver a enchufar el pensamiento pesimista y voy a pensar que cada día está más cerca el invierno y que debo aprovechar cada tarde como si fuera la última. Y aunque acabe siendo víctima de la siesta, ¡haré que sean siestas épicas!

4 comentamientos:

Disquete Enmascarado dijo...

GRAN envidia me das, por la jornada contínua y por las siestas. En mi caso creo que este año también se me irían las tardes en un pispás, pero por razones diferentes ;)

Saludos de otro que se levanta a las 6:30 cada día.

Mangamoncio dijo...

¡¡Ese padel!! Dichosas siestas...

MARIELI dijo...

joooder! qué agonía de post.....

deprimida me dejas......yo que estaba tan feliz contando los días para agosto, ya me veo otra vez pensando en medias, abrigos y guantes.....

Dkeovkiel dijo...

Pues yo estoy en una situación opuesta a la tuya... No tengo jornada intensiva, así que para mi todo sigue en ese aspecto igual.

Y, ahora que empezarán a acortarse los días, podré gritar.. "¡Se acerca el invierno!" :D Porque en mi opinión, no hay nada mejor que levantarse de noche y cenar de noche ^^ (bueno, sí, con una helada al lado a ser posible ^^UUU)