Pero hay más novedades. Por primera vez en bastantes viajes retomo el avión como medio de transporte. Tardo lo mismo más o menos desde el origen al destino, pero al parecer Iberia se ha puesto las pilas con el tema de los precios y el vuelo de ida y vuelta sale por menos de la mitad que el tren. Y como no decido yo, sino mi superjefe (o para ser precisos, el bolsillo de mi superjefe) pues el resultado es que mañana a las 8 tengo que estar en Barajas.
Barcelona desde arriba merece mucho la pena.
La putada, la de siempre. Que aunque me guste viajar y Barcelona es evidentemente uno de mis destinos favoritos, apenas voy a poder disfrutar nada. De El Prat a la oficina, de la oficina al sarao que me lleva hasta Barcelona, y del evento al aeropuerto. Con suerte, si no se enrollan mucho podría llegar a sacar medio rato para mí, pero no creo que me dé para mucho más que una merienda. Me temo que esta vez el viaje de trabajo va a ser simplemente un viaje de trabajo.
Pero no puedo evitar verle un lado bueno, y es el volver a reencontrarme con los compañeros de la sucursal Barceloneña, aunque solo hablemos de pedidos y chismorreos oficinescos. Volver a comer al sitio de siempre que ya me tiene cansado, pero al que se acaba echando de menos. En definitiva, hacer un viaje de rutina, pero de una rutina poco habitual. Esperemos que no llueva y por lo menos pueda ver Barcelona desde el aire.
2 comentamientos:
¡Ánimo, que hay que conseguir que al Numo le den una estrella Michelin!
@Miguelo:
Sí la cosa es que no se come mal... pero de comer sieeeempre en el mismo sitio se hartaría hasta el Bibendum ;)
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